24 abril 2008

Let's be babies one more time...


El otro día aprendí a abrazar.... a jugar con la cara de alguien apenas conocido... a darme cuenta de que en esta vida el contacto físico se ha degradado para dejar solamente lugar a la sexualidad...

El otro día me enseñaron a mirar en la distancia a alguien aleatorio, a mirar a sus ojos durante varios segundos para buscar un deseo para esa persona. A veces tardaba decenas, otras apenas llegábamos a contar hasta 10 antes de abrir los brazos y apretar fuerte el pecho del otro.
Cerrar los ojos y sentir... simplemente ser consciente de todas esas sensaciones. Notar el corazón del otro,
su respiración,
su altura,
su anchura o estrechez,
su olor...
Aprendí cómo cada abrazo es totalmente diferente.
Unos diplomáticos, otros más graciosos, otros cariñosos, incluso otros inesperados que vinieron después de la clase para aprender a abrazar...
Me encontré con un par de sorpresas muy agradables. Asimismo, yo también intenté estar a la altura de la difícil lección de transmitir mi deseo a la persona solo con mis bracitos, barbilla y pecho. Y, para mi sorpresa, al menos uno me fue reconocido, y qué mejor manera de agradecer que intentando repetirlo :)....

El otro día me enseñaron a sentarme frente a una persona con la que tras 2 meses de muchas horas de juegos, risas y reflexiones; no había alcanzado la confianza que con otros del grupo.
Sentarme enfrente y cerrar mis ojos.
Escuchar una tranquila música y las órdenes de nuestro maestro que esta vez guiaban a mi compañera.
Sus ojos primero y después su piel, escogieron uno de entre todos los poros de mi rostro y crearon un vínculo mágico: esa persona escogió una pequeña parte de mi rostro, la que más le gustaba, y se la guardó como un tesoro para siempre.
Después comenzó a acariciar a quien no había contado apenas detalles de su vida con la delicadeza y ternura con la que yo intenté hacerla sentir después, como un bebé, frágil y único, relajado y en paz en las caricias de alguien con quien nunca se imaginaba que pudiese tener ese contacto.


Al acabar... magia.
Sonrisas, muchos muchos más abrazos, caras de paz y felicidad por redescubrir lo que era acariciar sin pensar, tocar sin pudor a alguien cuyas íntimas caricias parecen estar en manos de contadas personas a lo largo de su vida.

Y es que lo que ese día viví y me enseñó fue único, como único fue el vínculo que se creó entre aquellas 18 personas por unas horas.

Espero que algún día alguien os enseñe a volver a ser unos niños traviesos e inocentes que dan abrazos, caricias y besos sin pensarlo; haciendóos ver que la infancia no queda tan lejos en realidad.
Así que perdonadme si sigo siendo una niña...

1 comentario:

Vanessa dijo...

No puedo leer esta entrada e irme sin decir algo.
Me encantan los abrazos, encuentro como tú, que es una búsqueda de sensaciones por cada uno que damos i/o recibimos... y nosé como, pero se nota si es sincero o simplemente por compromiso, si es de amor o de amistad, se nota...
El dia que te vea, prometo darte un abrazo enoooorme para que puedas comprobar por ti misma de qué tipo de abrazo se trata;)
Muchos besitos