16 abril 2008

Microrrelato

Siempre había esperado ese momento, desde incluso antes de nacer. Su cometido era breve y a la vez tan importante, tan decisorio ... En apenas unos segundos debía comunicar esperanza, alegría, emoción; o bien, desesperación, tristeza y dolor. Muchas antiguas compañeras habían caído víctimas de estas últimas desgraciadas emociones... ¿Acaso correría ella la misma suerte? Fuera como fuese, había llegado la hora.
Con una recién inventada e infundada teoría, puso todas sus fuerzas en ser cálida y alegre; ya que, ¿Quién afirma que es la emoción la que determina el sentido de una lágrima y no al revés?
Mientras caía, iba dejando su rastro por el contorno de unos ojos, una nariz, mas... ¿Qué era aquella empinada subida? Cuando se hallaba a la mitad de aquel titánico esfuerzo, un súbito cambio de inclinación sorprendió a nuestra amiga la lágrima.
Fue entonces cuando lo supo. Cuando sintió el carnoso abrazo de dos tiernos almohadones supo que ella había cambiado el destino de sus compañeras.
Ya nunca más serían tristes, porque ahora era el turno de las lágrimas esperanzadas y felices de una nueva amiga llamada alegría.

1 comentario:

Zeros dijo...

Muy bonito, aunque... ¡Es muy corto! Jo... :P